Juan Maquieyra es presidente del Instituto de Vivienda de la Ciudad y uno de esos raros funcionarios cambiemitas que, en medio del desierto del postgradualismo, puede recibir a la prensa con un cierto catálogo de buenas noticias. Su cara juvenil, que hace seis años se hizo “famosa” por la “pregunta incómoda a Cristina en Harvard”, es la representante del plan de urbanización de barrios y asentamientos precarios que Horacio Rodríguez Larreta enarbola como la parte “sensible” e “inesperada” de su hiperquinética política de obra pública porteña. Pero Maquieyra es también alguien cuya mesura a la hora de hablar de economía o incluso de aquella “pregunta incómoda” no se debe solo a un protocolo de formas PRO, a la circunspección del “buen gestor” que sobrevuela la grieta, sino también a la modulación del político que puede reconocer la paradoja de un modelo local de integración que convive con un modelo nacional que afecta no solo a los habitantes de esos mismos barrios, sino también a los que todavía permanecen afuera. En medio de las obras en el barrio Rodrigo Bueno, Bunker dialogó con Maquieyra para entender la política urbanística del macrismo porteño, la perspectiva PRO sobre el viejo e irresuelto problema de la pobreza, el punto donde se cruzan mercado, creatividad y sensibilidad social y las aporías de un modelo de integración que se muerde la cola.
Empecemos por acá, ¿qué es este lugar?
Estamos en el barrio Rodrigo Bueno. Acá atrás está la Reserva Ecológica y allá está Puerto Madero. Esta es una villa que creció al final de la década de los 80 y se consolida mucho en los 90 cuando los obreros que hoy viven acá laburaban en las torres de Puerto Madero.
¿Tenés un registro de esa historia del barrio?
Si, Cacho, que es uno de los vecinos que anda dando vuelta, yo he estado con él en su casa. Empezaron a llegar, sobre todo los que o no tenían dónde estar o estaban empezando a laburar en alguna construcción. Empezó un poco más atrás, de hecho, casi 200 o 300 metros más al fondo, bien metido en la Reserva, porque había una zona más boscosa y armaban chozas abajo del bosque que se había armado. Después los fueron corriendo y ya en los 90 empezó a crecer un poco más con construcciones de cemento y demás, con cosas que quedaban de la obra, la gente fue teniendo un mango más y fue armando el barrio. Este barrio lo hizo la gente, acá no vino a poner un peso ningún gobierno en los casi 30 años de vida que tiene, con lo cual es bien de impulso, energía, ganas de los mismos vecinos del barrio. Lo que nosotros estamos haciendo ahora es acercar la ciudad para generar que sea un barrio más, con las mismas responsabilidades, los mismos derechos, los mismos servicios.
Ahora, si agarrás el vecino promedio que acompaña históricamente al PRO, cuyo ideal es, si vos querés, una ciudad más cerrada a la accesibilidad de le gente que viene de afuera, ya sean de las provincias o de otros países, y le explicás esto; si vas a buscar a Recoleta, Palermo, Caballito –por ahí estoy hablando desde un prejuicio, pero que los hay los hay– y le explicás esto, ¿es posible eso o esto es una suerte de lado B de la gestión con un perfil social y que lo van como zigzagueando y lo van mostrando de a poco? ¿Cómo conviven estas dos cosas?
Te separo la respuesta en tres partes. La primera, yo creo que la base que acompaña a Cambiemos es mucho más amplia que la tipología de la señora o el señor de Recoleta que quiere una ciudad cerrada. Segundo punto que me parece importante marcar, con respecto a si esto es un lado B, Horacio ha dicho claramente que este es uno de los tres ejes centrales de su gestión, la integración social y urbana no es un lado B de un proyecto, sino que está en el corazón de la ciudad que queremos armar. Y lo tercero, yo creo que sí tiene sentido la pregunta, porque sí hay mucha gente que cuando uno cuenta que está integrando las villas a la ciudad le da como una cosita de “che, ¿pero estos no son los bolivianos, los paraguayos, los peruanos que entran y que no pagan servicios, no quieren laburar y reciben planes sociales?”. Ese prejuicio está. Creo que la gran manera de mostrar que la integración es real y es posible no tiene tanto que ver con que los convenzamos con palabras, sino que cuando la vecina de Puerto Madero vea que acá tiene una verdulería que está bárbara y se anime a venir caminando porque ya no están las calles oscuras, están iluminadas, tienen asfalto, tienen veredas, va a haber un centro de formación en el centro cultural que vamos a tener, va a haber una feria gastronómica, va a haber un mirador en la punta del barrio, y el resto de la gente venga a Rodrigo Bueno y vea que las y los que están acá es gente que quiere crecer, que quiere salir adelante, que quiere desarrollarse, va a bajar mucho esa resistencia que sí es real y que en algunos lugares hoy está.
“Hoy el modelo está generando una serie de dificultades muy grandes a la economía en general y en los barrios populares en particular. Por eso el gobierno ha definido intensificar toda la ayuda”
Eso, los vecinos. ¿Y qué pasa adentro del gobierno? Viste que también el Estado, las gestiones son lugares de disputa interna, no me interesa preguntarte por la interna, pero imagino que también hay una tensión.
Cuando empezamos con la definición de Rodrigo Bueno había una serie de personas que creían que era mejor relocalizar a toda la gente en otro lado, extender la Reserva para acá, para que haya más verde, más parque, y ahí se dio un debate interno en el gobierno de si apostábamos fuerte al arraigo de los vecinos, o si íbamos a que se mudaran más allá y acá desarrolláramos. Esas dinámicas sí se dan. Que hay que integrar las villas hoy yo te diría que no es un debate en Cambiemos en la ciudad. Sí la modalidad de esa integración en algún momento fue un debate, pero hoy hay mucho consenso en que Rodrigo Bueno tiene que estar acá, Fraga donde está, la 20 donde está.
Vos tenés un barrio, lo integrás, le ponés cloacas. Ahora, hay un contexto de modelo económico que puede ayudar o no, que puede multiplicar las villas, que puede aumentar la pobreza, ¿cómo convive ese saneamiento estructural que ustedes plantean en algunos barrios como un modelo para aplicar, y a la vez la tensión con un modelo económico que no termina de quedar claro si resuelve los temas de la pobreza estructural?
Nosotros apostamos a que el modelo en el mediano y largo plazo resuelve el problema de la pobreza estructural, mucho más que los modelos que se vienen planteando en la Argentina. La verdad es que cualquiera que haya gobernado este país en los últimos 40 años no puede venir a decir “che, yo les voy a contar que hay un modelo mejor” porque todo lo que hicieron en los últimos 40 años fue empeorar la situación de la Argentina, en general. Después hay cosas mejores y peores, y luces y sombras en cada gobierno. Viniendo de ahí, vos tenés hoy un gobierno que está planteando un modelo de salida de esto, que está en los primeros pasos y que efectivamente sí hoy el modelo está generando una serie de dificultades muy grandes a la economía en general y en los barrios populares en particular. Por eso el gobierno ha definido intensificar toda la ayuda que se está dando hoy. Si vos mirás en términos de asistencia social, como se la llamaba antes –yo creo que es inversión social lo que se hace–, con la Asignación Universal, con las distintas asignaciones, con los proyectos de inversión como estos, el punto es, sabemos que en el plan de generar un modelo de país productivo, inclusivo y sustentable, va a haber momentos difíciles en el arranque, y tenemos que acompañar a los que están en una situación de más dificultad.
Mucho de tu laburo toca en sectores populares que son votantes del peronismo y que son obviamente votantes de Cristina, que no tienen la caracterización de Cristina que tiene el resto del electorado de Cambiemos. Y te hiciste famoso, o por lo menos públicamente, haciéndole una pregunta en la famosa conferencia de Harvard, ¿qué te cambió de la mirada sobre ella y sobre el peronismo?
El otro día un amigo escribió una nota muy buena en la cual planteaba que en gran parte la grieta en la Argentina arranca con la crisis del campo, y que ese es un momento en el cual se profundiza mucho esto de dos Argentinas y demás. El momento en el que yo hago la pregunta es un momento en el cual estaba muy profundizado todo eso, había habido una de las movilizaciones grandes de septiembre y era un momento de mucho poder de la presidenta, se hablaba de la re-reelección.
2012.
Sí. En ese marco yo creo que tuvo sentido la pregunta porque en un momento de gran poder de alguien que hacía cosas buenas y cosas que a mí no me parecían tan buenas, la pregunta ayudó a poner en la agenda un tema que para mí era grave, que era si se quería ir a reformar la Constitución para re-reelegir. Lo que a mí me pasa hoy es que yo me fui convenciendo, sobre todo laburando acá… acá en el barrio no hay grieta, los vecinos y las vecinas de acá no creen en la grieta, no hablan de la grieta, quieren un Estado que les garantice los derechos que nunca nadie les garantizó y después quieren con su esfuerzo salir adelante y crecer. Ese convencimiento a mí me terminó de hacer ver que hay que tratar de tender puentes, no de levantar muros. Cuando a mí hoy me repreguntan por la pregunta en aquel momento, eso se usa más para profundizar la grieta y decir “ah, mirá, le hizo la contra a Cristina”. Esa es la parte que a mí no me gusta tanto hoy. Porque yo hoy creo mucho más en ver lo que hizo bien el kirchnerismo y en potenciarlo, y en cambiar lo que no nos gustaba, que en machacar sobre lo que estuvo mal o lo que estuvo bien.
“No creemos en el derrame como herramienta de crecimiento económico. Sí creemos que la creatividad de la vecina que vive acá vale la pena y hay que apoyarla”
Ahora, eso es una postura tuya, ¿se complementa con la política real que tiene Cambiemos? En general se dice desde el análisis político que alimenta la grieta, que agiganta la figura de Cristina porque le ofrece a la sociedad el antikirchnerismo.
Cuando uno llega a una elección, ni el gobierno ni el líder o la líder de la oposición define cómo se va a organizar la elección y en torno a qué se va a hablar. Hay un clima social ahí que es más potente de lo que un gobierno diga o deje de decir. En ese sentido, yo no creo que el gobierno define que va a haber grieta y sale a armar una grieta. Sí creo que Cambiemos es una cosa muy grande y dentro de Cambiemos hay gente que le apuesta un poco más a pelearse con Cristina o con Massa o con quien fuera, y gente que apuesta mucho más a generar consenso en la Argentina para salir adelante.
Te planteo una cosa así: tenés el discurso del Papa que plantea que la economía de mercado produce pobreza. Y tenés el discurso de Cambiemos, más clásico, del PRO, y es que la ausencia de una economía de mercado que hubo en estos años en la Argentina fue lo que produjo la pobreza. ¿Dónde te ubicás vos?
Mirá, yo creo que que la caracterización del Papa como alguien que dice que el mercado genera pobreza, y Cambiemos como alguien que dice que el mercado genera riqueza y no pobreza es un poco simplista. Creo que Marcos Peña está en el medio de eso. Hay un discurso de Marcos cuando arranca el gobierno de Cambiemos que dice con claridad que nosotros no creemos en el derrame como herramienta de crecimiento económico. Horacio lo ha dicho también en varios lugares. Sí creemos que la creatividad de la vecina que vive acá vale la pena y hay que apoyarla. Y la señora que va al mercado de la esquina, a la verdulería y compra una cosa y vende la otra y hace el guiso, esa creatividad, esas ganas, esa imaginación, que muchos dicen “mercado” como mala palabra, pero el mercado también es eso, vale la pena. Ahora, si esa señora no tiene cloacas, y no tiene casa, y la nena que tiene no puede ir a la escuela y ella se tiene que quedar a cuidar a la nena, la verdad no tiene capacidad para progresar y desarrollarse en la vida. Con lo cual me parece que no hay que plantearlo como una cosa o la otra.
Mi teoría es que este gobierno le devuelve el poder a ciertos poderes, que llegaron al poder para devolverlo. Clarín, sectores de agronegocios han recuperado poder que durante el kirchnerismo habían perdido. Y uno de los temas también, y que toca a los barrios, es el tema del poder a la policía, el poder a las fuerzas de seguridad. Y por otro lado, en los barrios se pide seguridad, es mentira que el pedido de seguridad es de clase alta. ¿Cuál es el equilibrio que vos manejás?
En los barrios se pide presencia policial de la misma manera que se pide en otros barrios de la ciudad, no creo que sea más ni menos. También se marca muy fuerte en los barrios cuando hay abuso de la presencia policial, y me parece que válido que así sea. Cuando hay abuso de una fuerza de seguridad tiene que ser denunciado y tiene que ser marcado. Yo te puedo contar un ejemplo positivo de intervención que es lo que se está haciendo en la 1-11-14, donde no ha habido denuncias masivas de violencia institucional, y donde nosotros, después de una intervención fuerte que hace la Gendarmería para eliminar o ir disminuyendo la presencia del narco en la villa, y ahí sí lo pedían los vecinos con vehemencia, porque el narco había tomado parte de la villa, después de esa operación nosotros estamos trabajando con los vecinos y con las organizaciones, y se está trabajando bien. Ha habido casos donde no fue así y de hecho están judicializados, y yo espero que si se constata que hubo violencia institucional se vaya hasta las últimas consecuencias.
Después de mayo, crisis cambiaria, la corrida, la inflación que no para, se plantea desde el Gobierno el fin del gradualismo. Te voy a hacer dos preguntas, la primera, ¿qué era el gradualismo? ¿Era como tener el paciente mucho tiempo en el quirófano, aplicándole una medicina que no le duela pero operándolo, o sea, era una discusión sobre el tiempo y no sobre los objetivos? ¿Y dónde está parado hoy?
El gradualismo es una apuesta a ordenar las variables de la economía de manera tal que nos permita crecer sostenidamente y sin tener crisis cada 5 o cada 10 años, por un lado, pero que ese orden no implique un nivel de sufrimiento y de dificultad para la clase media, la clase media baja y las clases bajas. Lo que creo que pasa hoy es que por un cambio en el contexto internacional, por una cosecha muy muy mala, y por algunas cosas que nosotros podemos siempre mejorar y hacer mejor, llegamos a una situación en la que hoy es más difícil. Yo no hablaría de que se terminó el gradualismo, creo que podemos ser menos graduales de lo que nos hubiera gustado pero se va a mantener el espíritu de cuidar a los que están en situación de mayor dificultad. Si bien algunas variables van a ser un poco más duras y son las que están haciendo que hoy estemos creciendo poco, y en algunos casos incluso decreciendo, van a tener que ir corrigiéndose en la velocidad. Pero no cambió el espíritu del proyecto, lo que cambió es la velocidad en la cual podés cambiar algunas variables, sobre todo este año y el año que viene.
Una Respuesta a :
La integración después del gradualismo