El albertismo, entre la audacia y el Titanic

Terminado el calendario electoral, comienza el calendario político. Alberto Fernández es el nuevo presidente y su triunfo dibuja un mapa en el que un peronismo unido pero tenso y un macrismo que busca en los votos propios el consuelo tras un fracaso histórico habrán de bailar juntos el minué de la crisis. ¿Podrá Fernández ser el capitán de la tormenta que deja la experiencia macrista, al tiempo que el mariscal de un frente plagado de referentes y ambiciones? ¿Hay margen para pensar en otra cosa que no sea la economía? ¿Nacerá algo parecido a un albertismo, hijo de ese mentado nestorismo que, en medio de otra crisis casi terminal, deberá decidir si se define por la audacia o por el cálculo? ¿Y qué futuro tiene Mauricio Macri, el padre del monstruo que sueña con refugiarse en la aldea del antiperonismo furioso? Diego Genoud, tal vez uno de los periodistas políticos más relevantes e interesantes de estos años, se toma un café con Bunker y habla de la gran incógnita del albertismo por venir: los reacomodamientos, los planes y la economía que domina todo y define el contorno del futuro.

 

¿Cuál es el primer saldo que hacés tras las elecciones?

Lo primero es que el peronismo volvió al poder. Quizás la sorpresa del repunte final de Macri opacó un poco ese análisis, pero cuando empiece a correr el calendario y la transición, lo que va a quedar claro es que Macri se va.

 

¿Fue un proyecto fracasado?

Fue un proyecto muy trabajado, que llegó con mucho apoyo, con el objetivo de cumplir una tarea que ni el peronismo en su versión más liberal ni el radicalismo habían podido cumplir. Y todo eso se vino abajo. Es cierto que Macri y la fuerza social que sostiene al macrismo demostraron vitalidad a último momento aunque sea votando a un tipo que no sé si tiene futuro político. Creo que fue más bien la expresión del antiperonismo, de los sectores que no quieren el regreso de Cristina.

 

¿No creés que Macri tenga futuro político?

No lo sé. Obviamente depende de cómo le vaya económicamente a Alberto. Pero es un presidente que fracasó. No sé si los diez millones de votantes de Juntos por el Cambio dan la vida por él. Macri era el arma más eficaz para decirle no al peronismo en estas elecciones. ¿A quién ibas a votar si en las PASO votaste a Espert o a Gómez Centurión? Pero no sé si tiene futuro. Los votos lo dejaron bien posicionado en su espacio pero Larreta, Vidal, Lousteau, Monzó, los radicales van a querer discutir lo que no pudieron discutir en estos cuatro años.

“La única audacia posible hoy es plantarse frente al FMI y los fondos de inversión y dejar de pagar la deuda por lo menos por cuatro años”

¿Al calor de esto se puede entender el acto de cierre de Vidal con el lema “Ahora nosotros”?

Sí, ese cierre fue importante. A esto súmenle la salida de Carrió, que hay que ver si vuelve en algún momento o no, pero que debilita el frente de los duros. Es cierto que Macri acaba de sacar diez millones de votos, pero hay que sostenerse cuatro años. Él nunca se lució demasiado como dirigente opositor.

 

Tendrá que serlo, además, desde el llano.

Cristina pudo decir rápido muchas cosas, desde su lugar, para su gente. Macri no se qué puede decir. Él llegó con una promesa de modernización económica y termina con cepo, a la orilla del default, con inflación récord, con recesión, sin crear puestos de trabajo que no sean trabajos precarizados. Podrá decir alguna crítica desde lo institucional, quizás, pero tampoco es su fuerte. Es un gran interrogante lo que hará, cuál será el eje de sus críticas.

 

¿Y frente a este escenario económico cómo lo ves a Alberto? ¿Creés que el 48%-40%, que algunos esperaban que fuera una diferencia mayor, lo hará subrayar su perfil “moderado” o, en cambio, lo obligará a una “audacia” a lo Néstor Kirchner en 2003?

Lo que pasa es que, para mí, la única audacia posible hoy es plantarse frente al FMI y los fondos de inversión y dejar de pagar la deuda por lo menos por cuatro años. Podés ir a confrontar con algunos sectores ganadores pero no es fácil. Arrancar por ahí no resuelve la ecuación principal, que es que la Argentina tiene U$S 130 mil millones para pagar en cuatro años.

 

La audacia no pasaría por la política interna.

Claro. Más adelante no sé… Pero aparte alguien que acaba de tener el 40% de los votos en contra, después del enfrentamiento del kirchnerismo con el campo… Hoy Kicillof dice “fue un error”. Y creo que sí, que efectivamente no te podés pelear con el único sector que genera dólares. Hay tipos que entienden mucho de reestructuración de deuda y te dicen: “hoy no podés pagar los intereses”.

 

El economista Martín Guzmán dice eso.

Sí, él lo plantea claro. Lo que quiero decir es que el tema de la deuda es problemático y no veo que el esquema sea pedirle más al Fondo para pagarle a los bonistas. Lo que necesita Argentina es crecer, generar dólares, tener aire y después empezar a pagar. La salida uruguaya me parece que está descartada porque te obliga a un esfuerzo de vencimientos que tenés que empezar a pagar ahora. La única audacia posible es buscar otra variante que no sea ni endeudamiento ni ajuste. Lo que dice Kulfas de “vamos a dar un salto exportador” es lo mismo que decía Macri. Todos levantamos la mano, sí, ¿pero cómo hacés? Lo mismo que el pacto social, está muy lindo pero si no resolvés el tema de la deuda no pasa de una foto.

¿Cómo ves a la mentada grieta en este contexto? Porque Alberto llega con la promesa, otra vez, de cerrarla. Y sin embargo, los resultados del domingo muestran que la polarización goza de buena salud.

Creo que va a hacer el esfuerzo para, no sé si dejar atrás la grieta, pero sí achicar el volumen de la oposición. Sacarle argumentos a los que creen que viene el chavismo. Él tiene un discurso bastante alfonsinista, ¿no? Incluso en la manera de hablar. Creo que va a intentar eso. Hay que ver Macri pero hay todo un sector de Cambiemos que, si Alberto los llama, van a estar sentados en una mesa. Después podrán criticar pero me parece que el propio fracaso de Macri invalida una oposición rabiosa.

 

¿Esa sería la “síntesis abarcadora” que, según escribiste hace unos días, anhela el albertismo?

Es la idea de algunos tipos cercanos a Alberto. Una síntesis superadora entre peronismo y kirchnerismo. Después hay otros voceros, por ejemplo [Eduardo] Valdés, que sale y dice “La Cámpora se tiene que cerrar”. Todo ese ruido de las segundas líneas me parece que no define. Lo que más define es lo que Cristina y Alberto puedan acordar y hasta qué punto Cristina acompaña los movimientos de Alberto. Gente ligada a Cristina siempre me dijo que ella no está para ciertas cosas, que para juntarse con Magnetto, por ejemplo, está Alberto. Por eso lo eligió. Si después el gobierno logra tener cierta solidez, Alberto tendrá margen para dejar atrás al kirchnerismo, o dejarlo a un costado…

 

Lograr autonomía.

Creo que tiene que haber una alianza muy fuerte entre esos vértices que conforman el Frente de Todos. Si eso se rompe, como piensan los analistas del círculo rojo, sí, obviamente esto va a terminar mal. Pero si esa relación es buena puede haber una síntesis. Hoy creo que la idea es recomponer un virtuosismo del primer kirchnerismo. No es fácil porque son tipos ambiciosos, hay diferencias.

 

La diferencia con aquella experiencia es que ahora, como decís vos, hay una alianza entre vértices de poder: Cristina, Massa, los gobernadores.

Si hablás con cualquiera de lo que participaron en el equipo de Néstor Kirchner, lo que te dicen es que había como una épica, una pelea difícil con el fondo, con los buitres. Enemigos grandes. Había épica y coordinación. Lavagna, Rosatti, Bielsa, Kirchner mandando eso, Duhalde apoyando. Después se perdió. Para mí, esa es la única posibilidad. Si el Frente de Todos funciona como una banda de lobbistas donde algunos sectores juegan para los bonistas, será un desastre.

“Todo el ruido de las segundas líneas me parece que no define. Lo que más define es lo que Cristina y Alberto puedan acordar y hasta qué punto Cristina acompaña los movimientos de Alberto”

¿Los ocho puntos de diferencia, que en principio parecían veinte, ayudan o perjudican en este escenario?

Yo creo que ayudan, obligan a una mayor sobriedad. A mi criterio estamos en una situación peor que la de 2003, porque toda la cirugía mayor está por hacerse. Hace ocho años que la economía o no crece o crece muy bajo. Los intereses de la deuda crecen a un ritmo alto. En ese contexto el resultado electoral te beneficia, porque obliga a ser muy serio. Pero la tarea es difícil y me parece que hay mucho lobbista cruzado. Hoy el gran desafío es encontrar un ministro de Economía, alguien que pueda organizar un equipo para ir a discutir afuera, que dé una idea de que el ajuste se terminó. Hoy se sigue hablando de Lavagna porque fue el último exponente de algo así, hace más de quince años.

 

¿El de jefe de gabinete también será un puesto fuerte?

No lo sé. En mi criterio, Alberto necesita un buen jefe de gabinete y un buen ministro de economía. Tipos formados, ya fogueados en la crisis, no gente que haga su primera experiencia. Ahora, hablás con el albertismo y parece que no, que Alberto no necesita nada, que está bárbaro con el Grupo Callao y con la UMET. Yo dudo. Pero si vos me decís qué necesita más, creo que necesita un ministro de economía, porque él no es economista. Cualquiera que hable con él se da cuenta de que al lado de Macri es una luz, pero no es economista. Necesita alguien que resuelva esto con cierto peso propio, un ministro de economía fuerte que, desde Lavagna, es algo que ni Kirchner, ni Cristina, ni Macri tuvieron.

 

¿Cómo lo ves a Kicillof? ¿Será un representante del kirchnerismo al interior de la coalición o emerge un nuevo espacio?

Creo que será las dos cosas. Evidentemente hay un mérito de Kicillof en haber ganado la Provincia, en ver, eso que decía Carlos Bianco, que la crisis iba a pegar primero en la Provincia de Buenos Aires, y por eso a los tres meses de asumir Macri ya había agarrado el Clío. Hay un plus que Kicillof le da a Cristina. Ella es su terminal, su base de poder, pero me parece que tiene un discurso que busca ir un poquito más allá. Esto de hablar de la relación con el campo, de sentarse con el empresariado… Hay como un Kicillof bastante peronizado. Lo veo tratando de crear algo nuevo… Después hay que ver cómo es la relación con los intendentes.

 

Si va a tener un grupo de apoyo o será una relación más radial.

Claro. Evidentemente, el tipo es algo distinto. Esta cuestión que se dice en los medios, de que no tiene nada que ver con la corrupción, yo creo que explica una parte de sus votos o del bajo rechazo que puede tener en la Provincia de Buenos Aires. Los mismos empresarios te dicen que con Kicillof la discusión es otra y es más difícil, en el sentido de que no pasa nada por debajo de la mesa. Creo que tiene condiciones para aspirar a más. El tema es que está en la Provincia de Buenos Aires que se fagocita todo lo que pasa por ahí.

“El 40% de Macri tiene que ver en parte con un rechazo a un imaginario de lo que representa el triunfo del peronismo: ciertas imágenes de desborde, de apropiación de la calle”

¿Y a Vidal qué futuro le vislumbrás? El macrismo le recrimina poco involucramiento en la campaña, ella dice que se va a vivir a lo de los padres, pero a la vez se queda con un contingente legislativo de 26 senadores y 43 o 44 diputados.

No sé, porque Vidal también está en una situación nueva. Siempre estuvo en la función pública, o sea, tiene armada una tropa pero hay que ver si puede conducirla. Si Macri hubiera perdido más feo, para Vidal sería más fácil ordenarse como la pata bonaerense de Larreta, que creo que igual lo va a hacer. La inyección de esos votos más duros pone en un problema a toda esa liga de “moderados”. Pero me parece que el problema de Vidal es que está en una situación nueva, tiene que conducir desde la nada. Si Massa con mucho menos fue el actor de la gobernabilidad, Vidal tiene margen. Pero es una situación nueva para ella.

 

¿En qué lugar lo ves a Massa hoy?

Evidentemente, tiene un objetivo de trascendencia. La Cámara de Diputados le queda incómoda, hay que ver si Alberto se lo lleva al ejecutivo, si le da alguna tarea. Desde lo personal es alguien que tuvo un error de cálculo de, por lo menos, ocho años. Quería ser candidato a presidente en 2015 y para 2023 no está en la pole position. Hay que ver cómo maneja la ansiedad, que no es su fuerte. Me parece que puede aportar, el tema es dónde lo ubicás. Como decía un ex massista, es como un jarrón chino: dónde lo metés para potenciarlo y no obligarlo a un mal movimiento que después le termina jugando en contra a él mismo.

 

Que fue lo que le pasó durante estos años de Cambiemos.

Sí. Creo que Alberto lo va a cuidar. Me sorprendió lo de Cristina la noche del triunfo. Porque Massa y Alberto, sobre todo Massa, tienen este discurso de “todos aprendimos”. Y esa noche Cristina, con Massa atrás, dijo “a los dirigentes del campo nacional, por favor nunca más rompan la unidad”, no dijo “acá nos equivocamos, tenemos que aprender de nuestros errores”. Massa estaba incómodo. No sé si tiene que ver con él, pero él estaba atrás. Va a haber que trabajar mucho, moverse entre la ambición natural de la dirigencia política, los deseos de trascendencia y esta cuestión que por ahí Kirchner la tenía muy clara de que había que gobernar minuto a minuto porque si no te ibas con un muerto… Todo eso que acá está como solapado, porque la crisis no terminó de detonar.

 

¿Cómo explicás en este contexto el 40% de votos para Macri?

Evidentemente Macri puso toda la carne al asador, salió a hacer de candidato mientras el peronismo y el kirchnerismo querían que llegue la elección y en el medio no hacer olas. Es probable que eso le haya sumado votos, pero sobre todo activó a una masa que no tenía demasiados motivos para expresarse, ni siquiera durante los años de Macri. Y que la Casa Rosada activó pensando en la discusión del post-poder. Después lo que creo que pasó es que hubo un sector de la sociedad que quizás estaba desengañado con Macri pero que se alarmó con el resultado de las PASO y decidió ir a votarlo, como decía antes, entendiendo que era el arma más eficaz contra el peronismo. Un rechazo que, me parece, tiene más que ver con un imaginario de lo que representa el triunfo del peronismo: ciertas imágenes de desborde, de apropiación de la calle.

 

El aluvión zoológico.

El despliegue en la escena pública. Eso me parece que genera en determinados sectores un rechazo fuerte. No creo que pase por lo concreto, porque te expropien o lo que fuere, pasa por lo simbólico. Hay un rechazo, no digo a la existencia, pero sí a la existencia pública. Son sectores que proponen un modelo de sociedad más replegado sobre lo privado, para ellos mismos y para el resto. Y a quienes el kirchnerismo los empujó a la calle. Hay algo de eso, las ganas de decir “nosotros estamos por otra Argentina, vamos a seguir estando acá”. Alberto, creo, buscará con política licuarlos en una nueva composición. Y eso implica también una tarea de renovación del peronismo, de reeducarlo, de modernizarlo. Aunque todo eso será imposible si la economía no se resuelve. Si no reparás eso, todo lo demás es una mímica en la cubierta del Titanic.

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Last modified: 1 octubre, 2020

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