“Milei viene a romper el statu quo, no el sistema”

| Política

En 2021, el economista Javier Milei, otrora un recurrente y pintoresco invitado a programas de televisión, se transformó oficialmente en protagonista estelar de la política argentina. Su desempeño en las elecciones legislativas por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de ese año lo catapultaron sin escalas a aquella dimensión del sentido donde los freaks y los memes se convierten, de pronto, en síntoma y revelación de una realidad oculta. De golpe Milei devino la encarnación del hartazgo y la rabia social, la nueva emergencia de la vieja y nunca del todo sepultada furia antipolítica, que encontraba un horizonte atractivo en sus gritos, su radicalidad y sus ataques a “la casta”. Aquel éxito electoral transformó a Milei en una estrella, un presidenciable, alguien que, incluso aunque pierda simpatías, como registran algunas encuestas recientes, firmó con sus formas y modales el pliego de condiciones de cómo se tiene que actuar políticamente de cara a 2023. Mario “Pato” Russo, politólogo y especialista en comunicación no verbal, fue estratega de Javier Milei en las últimas elecciones y responsable principal de la construcción de esa imagen política. Recientemente afiliado al Partido Libertario y convertido en un activo militante de esta fuerza en la Provincia de Buenos Aires, Russo habla en esta entrevista con Bunker del armado político y comunicacional con el que Milei aspira a ser presidente, discurre sobre el devenir de la “izquierda fucsia”, asegura que detrás de la rabia mileinista está la búsqueda de volver a la “racionalidad” y analiza, entre el biologicismo, el liberalismo y la ciencia política, la “batalla cultural” del economista libertario.

Solés citar mucho a Diego Fusaro, un autor que dice que la izquierda ya no es roja sino fucsia, que no es la hoz y el martillo sino el arcoíris. ¿Cuál es el vínculo que encontrás entre esta frase y un contexto donde la izquierda, que habitualmente capitalizaba las crisis socioeconómicas (como la del 2001), se volvió un actor con un rol defensivo y subordinado, a diferencia de lo que parece ser hoy Javier Milei?

En 2001 lo que explota es un sistema gobernado, desde el año 89, por fuerzas cercanas en sus ideas al Consenso de Washington. Cuando el Estado no logra dar más respuesta a las necesidades de la gente, explota. Y entonces lo lógico es que todas las generaciones que crecieron en ese momento hayan tenido un involucramiento político con las fuerzas de izquierda que emergieron en esa coyuntura. A la izquierda le fue bastante bien, después Néstor Kirchner capitalizó y hubo un crecimiento económico. Ahí se diluyó la izquierda dura y el kirchnerismo absorbió todas las demandas. Lo que sucedió después fue que, del 2003 hasta prácticamente ahora, las fuerzas que emergieron en América Latina y en Argentina fueron, la mayoría de las veces, de centroizquierda, es decir, fucsias. Con elementos culturales y con discusiones de posicionamientos más relacionados a la cuestión de género, por ejemplo. El Estado de bienestar se empezó a transformar en un conjunto de demandas menos relacionadas con lo económico y más con lo cultural.

Pero hubo un impasse en ese ciclo de fuerzas de centroizquierda. En Argentina, por ejemplo, eso se vio reflejado en la victoria de Cambiemos.

¿Qué diferencia pueden tener en este marco Rodríguez Larreta, Alberto Fernández y el kirchnerismo? En última instancia todos creen en lo mismo. Macri, en su momento, apoyó el matrimonio igualitario en Capital; Marcos Peña era otra persona que hacía mucha fuerza en ese sentido. Todo eso se dio durante los últimos veinte años y el país estuvo cada vez peor. Tuvo un crecimiento innegable en el gobierno de Néstor Kirchner pero después una pauperización de todos los sectores que dura hasta el día de hoy. La crisis existe, la respuesta claramente no va a ser por más Estado, por más derechos para las minorías. La suma de minorías no son la mayoría, porque la mayoría se empobreció. ¿Dónde está el beneficio del pibe que labura, del monotributista de 30 mil pesos? Sí, se puede autopercibir lo que quiera pero no va a ganar más plata con eso. Todo ese discurso se está rompiendo y se le está rompiendo a todos los que forman parte de la casta. La explosión viene por ese lado. Diego Fusaro lo que dice es que no hay una representación de ese sujeto social que es el precariado, porque ya no están hablando de representarlo, sino de temas que no hacen al beneficio verdadero.

En tu libro Animales Políticos afirmás que la única diferencia entre los humanos y los simios es la cultura. Es decir, que somos “simios culturizados”. Si pensamos la política desde ese lugar, el frente de todas las batallas sería, justamente, “la batalla cultural”, un término gramsciano al que Milei recurre en distintos debates. ¿Cómo definieron construir una narrativa que condensa conceptos procedentes de una vertiente política tan disímil a la suya?

Javier sintetiza un conjunto de ideas que van en esa dirección. Hay un montón de personas que esa batalla cultural la dan en distintos campos. En los últimos 50 años la izquierda pasó de roja a fucsia porque la discusión económica ya no estaba. Hubo un crecimiento económico muy grande después de la Segunda Guerra Mundial, entonces había que empezar a discutir otra cosa. Era saltar (en términos marxistas) todas las relaciones de producción, ponerse en la superestructura, y desde ahí empezar a cambiar las relaciones de producción. La izquierda saltó eso y empezó a trabajar con la lingüística, con conceptos muy profundos. Si tomamos la superestructura, transformamos la estructura. El kirchnerismo, por ejemplo, lo logró. Y ahí está la inteligencia extraordinaria de Cristina Kirchner. El respeto intelectual que le tiene Javier a Cristina Kirchner es indudable, porque se dio cuenta de que ella dio una batalla cultural. Vio que ella dijo: “No es lo económico, vamos por acá”. Y si vos ves, después del 2008, 2009, todas las leyes de Cristina, paridad de género, matrimonio homosexual, todas van en ese sentido. No discuto que alguien quiera percibirse mujer y sea mujer. Si es un género. Ahora, ¿tu sexo va a poder ser el sexo de una hembra de homo sapiens? No, porque si vos sos hombre y te percibís mujer, vas a tener que ir al proctólogo igual, porque podés tener cáncer de próstata. La discusión que dan Javier y muchos otros es una discusión sobre lo irracional, y lo que se tiene que imponer es la racionalidad. Lo que nos diferencia de un Pan paniscus es justamente eso, el desarrollo de la corteza prefrontal. 

Hablás sobre cómo la hegemonía es potencialidad del candidato. Un candidato hegemónico tiene muchísimas más posibilidades de alcance. Y en ese sentido, en los términos que vos planteás de apariencia, entendiéndose como la síntesis entre antropología física y diacrítica, ¿cuál sería la hegemonía ideal para un candidato en esta coyuntura?

La apariencia está relacionada, como siempre, con el contexto. El animal político es el que llegó a la máxima instancia de poder formal en su país. El elemento diacrítico es el que vos le incorporás a tus características físicas naturales. En 2003, por ejemplo, veníamos de la crisis de 2001, entonces en aquel momento quien asumía como presidente, Néstor Kirchner, lo hace en un auto común (un Laguna), no hubo mucha pompa. Pero si comparan con otros momentos históricos, por ejemplo el 95, en el auge de Carlos Menem, tanto la vestimenta como las características de la asunción mostraban otra cosa. Para mí una cosa es la apariencia en términos de lo que el candidato transmite, y otra en términos de lo que el contexto deja que el candidato transmita, y ahí también está el asesoramiento. Hoy estamos en un contexto donde hay una crisis económica notable, no sería normal que el Presidente baje de una Ferrari. La idea es que lo no verbal y el contexto tengan una lógica para que se acompañen y no repercuta negativamente en la imagen del presidente. 

Milei parece representar el humor social de la ciudadanía, el enojo. Pero durante los últimos meses vimos cómo gran parte del arco político tiene una marcada búsqueda por exacerbar este rasgo. Máximo diciendo “Basta de las pendejadas de la televisión”. Larreta sosteniendo que hay que “Dejarnos de joder con los halcones y las palomas y vamos a ganar”. ¿Es efectivamente una construcción de campaña o un rasgo genuino? 

La muestra de displays de enfado y exhibiciones no verbales con ese tono que adquirieron Máximo Kirchner o Rodríguez Larreta no tienen coherencia con lo que se está viviendo hoy. ¿Con quién se enojan? Si ellos están gobernando. ¿Se enojan con ellos mismos? La gran diferencia es que Javier no está ahí, está por fuera, y está rompiendo la polarización de grieta por una polarización, que para mí hoy está por encima, que es entre casta política y gente. Es una discusión pura de comunicación política, ellos no están logrando imponer la dicotomía macrismo-kirchnerismo, para decirlo con economía de términos. Es tan grande la diferencia que se está viviendo entre la política y la gente, que esa es la polarización que hoy permea las investigaciones de opinión pública, tanto cualitativas como cuantitativas. Él sostiene esas ideas respecto del Estado, ideas libertarias. Plantea que el Estado es depredador. Un funcionario gana 400 mil pesos y un monotributista gana 20, 30 mil. 

¿O sea que para vos ese giro discursivo no va a tener efectividad electoral?

Si hiciéramos una cuali y pusiéramos frases de Trump o de Bolsonaro y le preguntáramos a la gente qué referente político de la Argentina ven más parecido a esto, no tengo ninguna duda de que la inmensa mayoría dice “Javier Milei”, Está re contra claro para todo el mundo que él es el tipo que acaba de meterse y viene para romper todo esto. Viene para romper el statu quo, no el sistema. Él siempre dice: “Me ponen como anti sistema”. No, es statu quo. Que son conceptos de Murray Rothbard, de tipos teóricos de la escuela austríaca. Siempre hay un sistema, el sistema es el conjunto de unidades que interactúan. Y la estructura es la lógica de interacción entre esas unidades. El sistema va a estar siempre, vos cambiás la estructura. Cambiás que un político se lleve tanto, que la gente tenga muy poco. ¿Por qué algunos quieren estar en el Estado y no en el privado? Porque no hay más opción. Cuando se visualiza lo privado, ¿qué visualizás? Rappi. ¿A dónde está el empleo privado? No hay más peronismo porque no hay más base peronista. No hay más trabajador, hay desocupados, a los que se los llama planeros, marginales. Entonces, ¿quién crece? El kirchnerismo. Es una categoría de cambio de sujeto social. Donde antes había trabajadores ahora hay precariado y hay marginales. Los marginales son mayoritariamente representados por el kirchnerismo y el precariado cada día se ve más representado por Javier Milei. 

“El respeto intelectual que le tiene Javier a Cristina Kirchner es indudable, porque se dio cuenta de que ella dio una batalla cultural”

¿En qué marco podría continuar el crecimiento de Milei?

En una entrevista me consultaron por el fenómeno de Zamora y dije: “La única posibilidad de que Javier empiece a perder peso y deje de crecer en términos de imagen y de posibilidades de ser votado, es que crezcamos, que nos vaya bien (como país). Ahora, si esto no pasa, va a crecer. Si está en el 20, puede estar en el 25”. Y puede estar en el 25. Yo no quiero abrir demasiado el juego, pero la Argentina hace muchos años que tiene tres tercios en los electores: uno que vota al macrismo, uno que vota al kirchnerismo y uno que no vota ni a uno ni a otro, pero que decide, en instancias de ballotage, por uno de los dos, o sea, quién le cae menos mal. Ahora, ese tercio, Javier tiene que tener la capacidad de construirlo entero, de llegar hasta un 30%. Se puede si esta polarización sigue y la gente está cada vez peor.

Por fuera del marco, ¿cómo lográs que no se diluya la imágen construida?

La discusión es la identidad. Es cuánto abrís vos en términos de incorporación de elementos políticos, que ya están en el sistema, para construir una estructura que te garantice ser presidente de la nación sin perder la identidad. Lo más importante, esto es una opinión personal, es la marca: el Partido Libertario. Sostener un discurso y unas ideas que tengan asidero en una herramienta que conserve la identidad. El Frente para la Victoria era un frente cuya herramienta y ordenador de la identidad y de la construcción política era el Partido Justicialista, sobre todo con Néstor. Después eso se empieza a diluir y con Cristina empiezan a perder esa identidad. El partido que sostuvo la identidad y llevó a Mauricio Macri al poder fue el PRO, y ese fue un trabajo descomunal de Marcos Peña. Un trabajo, en términos de comunicación, de ordenamiento de la política, etc. Si Javier Milei, con un frente como La Libertad Avanza, no tiene la herramienta y el instrumento que genere la identidad para ordenar todo lo que se tiene que agregar de cara a lo que viene en 2023, es muy difícil que se llegue hacia abajo. Todo lo que sume casta, todo lo que sea gente que no tenga que ver con su ideario, con esta polarización genuina en lo verbal, en lo no verbal, en el discurso, en la construcción, se va a filtrar y se va a perder. Es fundamental que tenga una identidad.

Si él se diluye con otras identidades, quizás ahí encuentren lo que no pudieron encontrar en él para golpearlo…

En cada lugar hay un legítimo representante de la casta política y un montón de gente que está periféricamente cercana a uno de esos. Hace cien años se casaban los Pueyrredón con los Álzaga; hoy se casa Florencia Kirchner con Vaca Narvaja. Las castas se apropian del Estado, se enriquecen y se casan. El kirchnerismo ya generó una casta. Es una cosa impresionante, vos esperabas que eso sucediera hace cien años, pero lo ves hoy. Y esa es la gente que diluye la identidad de Javier. Hay que tener muy en claro la identidad y explicar cuál es, en términos de estructura política. La identidad de Javier Milei es el Partido Libertario. ¿Qué es el Partido Libertario? Son jóvenes, gente de mediana edad y hasta de más de 45, 50 años, que consideran que tiene que haber un cambio en la relación entre los ciudadanos y el Estado. Y que no son, en la mayoría de los casos, gente de clase media-alta, sino que se pueden definir, en términos de categorías, como el precariado. Gente que tiene incertidumbre de vida, que trabaja en empleos que no son estables, monotributistas de poca plata, un motoquero de Rappi. Ese votante tiene un profundo asco por la casta política, es el votante enojado. Ese es el sujeto social que genera un descontento impresionante, cuyas mayorías se encuentran en los menores de 30 años. Lo que sucede es que Javier perfora esa juventud por el descontento social. El descontento social empieza a llegar a los de 40, 50, a los padres que se les van los hijos, que empiezan a ver en Javier a alguien que viene para hacer lo que hay que hacer. El sujeto social más el descontento social es lo que está generando que Javier esté arriba de 20%, que tenga más de 40% de imagen positiva y que tenga una proyección que lo pueda poner en ballottage. Ningún consultor se anima a decir lo contrario.

En la lucha por mantener esa identidad, ¿qué relación tienen que tener los libertarios con el legado de Macri?

Lo ideal es que todos los actores resuelvan los conflictos que tienen dentro de los espacios políticos. ¿Qué dijo Javier? “Si Macri se va de Juntos, hablamos”. Porque Mauricio Macri con todo el aparato de Juntos no es Mauricio Macri. Es Juntos. Es una mélange. Lo mismo con Patricia Bullrich, con todos los actores. ¿Se van de ahí y se piensa algo distinto, o es con Juntos? Nadie se va de un espacio que creó, esta es la realidad. Macri no se va a ir de Juntos. Es como decirle a Perón: “andate del Justicialismo”. Porque Juntos en última instancia también es el PRO, es la Ciudad de Buenos Aires, son los intendentes, un montón de cosas que sostienen a Macri. Lo de Macri también en términos políticos es: peor le va al país, más va a medir.

¿Se producen acercamientos de actores que ofrecen, por ejemplo, estructura territorial?

Esa es una discusión bien del circulo rojo. Mirá, voy a decir algo que es más de construcción política: Vienen y te dicen: “Porque yo fiscalizo, conozco los barrios”. No, mirá: yo fiscalizo, conozco los barrios. Cada 100 mil habitantes tenés 25 escuelas. Pensemos en Berisso, tiene alrededor de 75 mil electores, tiene 25 escuelas, 230, 250 mesas, en 25 escuelas necesitás 25 personas, killers, espartanos, asesinos de la causa, no 25 vivos que se venden después. Entonces en la discusión de estructura vs. identidad, yo estoy del lado de la identidad a muerte. Porque yo te vendo la estructura: no la necesitás. Hay mucho verso. Y así se reproduce la casta, que son los dirigentes, pero también el punterismo del dirigente, el “yo sé fiscalizar”. Hay un mito que reproduce eso y vende eso, ¡y eso también es casta! El tipo entra, termina metiéndose de nuevo al sistema, y otra vez intentándolo pero a través de Milei, y tenés de nuevo otro que hasta es peor. Porque es tan adaptativo y darwiniano, un maldito ornitorrinco yendo a buscar a Javier Milei para meterse. Esos vivitos que después entran a un lugar, los olfateás, hay como una glándula vomeronasal que te hace sentir la feromona de la casta, yo los olfateo [hace ruido de olfato]. Y también, cuidado, que uno se puede pintar de libertario y no serlo. Son como una orquídea que se llama Ophrys speculum, que adopta la forma, el color y hasta el olor de un tipo de avispa, para que venga y la polinice. Está en la naturaleza. Hay muchas orquídeas de este tipo, es muy común. Por eso la biología explica más de la política de lo que nosotros creemos.

¿Y quiénes podrían ser potenciales aliados?

Javier ha dicho en varias oportunidades que con los conservadores, los halcones si salen de Juntos, el peronismo republicano, obviamente los liberales y lo mejor del menemismo se puede construir una opción contundente de cara a 2023. A mí en lo personal me parece una buena síntesis lo que dice Nicolás Márquez: liberalismo de derecha, conservadores y nacionalistas. Pero es una opinión personal.

“Esos vivitos que después entran a un lugar, los olfateás, hay como una glándula vomeronasal que te hace sentir la feromona de la casta”.

Y en cuanto a este electorado que mencionás, ¿cómo logra representarlo Milei?

Milei es aquello en lo que se reflejan todos los que quieren estudiar, que les vaya bien, y generarse un crecimiento personal propio. Es decir, un tipo del Abasto, que era arquero de Chacarita, que estudia Economía, que termina siendo una persona muy conocida, con conocimientos específicos en un área, y que llega a poder postularse a presidente de la nación. Hay un aspiracional ahí, como lo había en “yo quiero ser Macri, con Awada, en la isla de Caras”. Hoy existe “quiero poder trabajar, estudiar, formarme y ser eso”. Él representa al multiclasismo porque él mismo fue eso. Hay un hartazgo de la gente respecto de la clase política y la clase política es el Estado. El Estado no somos nosotros, que esto también es el ideario de Rothbard. El Estado tiene el monopolio del uso de la violencia legítima, te lleva preso, te puede torturar y hasta te puede matar. Nosotros no somos el Estado. Somos ciudadanos, que votamos. Hay que robinhoodear a la casta política. Robin Hood no les sacaba a los ricos para darles a los pobres, le robaba al recaudador. En la verdadera versión al recaudador de impuestos le sacaba lo que venía robando. Que, fíjense, lo que hace Milei cuando sortea el sueldo, es impresionante. Dice: “Voy a sortear 357 mil pesos”. Plata que él cobra de lo que le sacaron a la gente. La otra es repartir, no sé, diez centavos por persona a los 35 millones de la población económica., repartirle a todos. No, hace un sorteo y dice: “Esto es de ustedes”. 

Durante el último tiempo hubo varias figuras que se intentaron identificar como “liberales” pero vos decís que ese no tiene que ser el mote con el cual se tiene que identificar Milei. ¿Por qué? Al mismo tiempo Milei desarrolla un apoyo sobre las políticas que desarrolló Cavallo en su tiempo, ¿hay un peligro en esta identificación?

Cuando decís “yo soy esto”, y esa palabra es como un significante que explica muchas otras cosas en períodos históricos de la Argentina, lo más probable es que seas solamente eso, y eso represente a una parte chica de la Argentina. Él dice “yo soy liberal libertario”, es decir, “yo represento buena parte de los sectores que se ven de alguna manera expresados en el liberalismo, pero también a sectores de clase media-baja, estudiantes”, que probablemente no estén gritando las consignas de Alsogaray, que seguramente estén diciendo: “la casta me hace que yo tenga que migrar”. Reducir a Javier a liberal es como cuando vos querías armar algo grande en el peronismo y decís “yo soy kirchnerista”. Es mucho más amplio ser liberal libertario, porque incluye pero no reduce solamente al liberalismo.

Mencionaste en otras oportunidades lo complejo que podría ser mantener ese discurso anticasta una vez inserto en el sistema. Sin embargo, transcurrieron las elecciones, pasó noviembre, y es algo que siguió permeando. ¿Cómo puede lograr diluir un poco ese discurso y permear en nuevos electorados y contener al núcleo que solidificó para llegar a los 18 puntos que consiguió de cara al 23?

Si hay alguien que no pertenece a una casta es Javier Milei. Él se incorpora a un sistema del que no pide nada y no quiere nada. Hace poco le propuse hacer un reconocimiento a Carlos Bilardo desde la Cámara de Diputados, porque ambos somos ultra bilardistas. Me dijo: “El Estado no tiene que reconocer nada, esa organización no tiene por qué reconocer a Bilardo. Yo no tengo problema en ir a hablar y nombrar, que para mí es un ejemplo de vida y un ejemplo de método, de trabajo, de constancia. Pero no el Estado, no tiene nada que ver”. Cuando sortea el sueldo realmente no quiere cobrarlo. Es un tipo que deplora a los políticos que son parásitos. En términos biológicos hay depredadores, presas, parásitos y simbiontes. Los políticos en la Argentina, los últimos -por lo menos- 25 años, son parasitarios, viven de la gente. No construyen, no hay mutualismo, no crece la gente y ellos sí. Si eso no hubiera sucedido, no hubiera existido este concepto de casta.

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Last modified: 9 junio, 2022

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