La “vuelta al mundo”, viejo proyecto de una Argentina extraviada en el Sahara de la restricción externa, chocó en los últimos años con sus propios límites. “Integrarse”, para la mirada local, implicó menos la apertura de nuevas fronteras y el consecuente aumento de las exportaciones, que el deseo imposible de acceder a un mundo que juega a protector y que siempre aparece reducido a las coordenadas del Atlántico Norte. Asia, limitada apenas a China –limitada apenas, a su vez, a la imagen de un gigantesco consumidor de soja– aparece, ante los ojos aldeanos de la Argentina, como un misterio lleno de clichés y proto-orientalismo. ¿Para enfrentar los desafíos económicos que vienen, siempre atravesados por la sed de dólares, hay que “volver” al mundo o hay que “re-descubrirlo”, es decir, entender que hay otros mercados y otras oportunidades que demandan una perspectiva global y de largo plazo? Carlos Moneta es especialista en Relaciones Internacionales y director de la Especialización en Economía y Negocios con Asia del Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, la única maestría en Argentina y el Mercosur que trabaja Asia en su conjunto. En esta conversación con Bunker habla de los desafíos que abre para América Latina la pelea entre China y Estados Unidos, el eurocentrismo y la mirada de corto plazo, los beneficios de abordar el continente asiático más allá de China y de con que ojos Argentina debería mirar al Este.
Uno de los datos más sobresalientes del contexto internacional actual es el enfrentamiento entre Estados Unidos y China, y esta suerte de resurgimiento de las políticas proteccionistas a nivel global. ¿Cómo analiza esta disputa?
A grandes rasgos, podríamos decir que la disputa entre Estados Unidos y China se da en el marco del viejo esquema de poder dominante-poder creciente. Aunque, en este caso, se da a través de instrumentos y medios que corresponden a esta época. Hoy creo que la disputa central no está en el comercio, sino en la tecnología.
Una suerte de guerra por el dominio de la tecnología.
Creo que el equipo del señor Trump lo que está logrando es acelerar los tiempos. China tiene una ventaja clara respecto al resto, es de dominio público su desarrollo de la red 5G. Y si pensaban la 6G para dentro de veinte años, ahora la van a trabajar antes. A su vez, si se analiza la proyección en términos de graduados, China, simplemente por población, ya superó brutalmente a Estados Unidos en cantidad de ingenieros y dentro de diez años lo va a duplicar. India también está en el mismo proceso, Por lo tanto Estados Unidos corre con una asimetría fuerte a futuro porque aún buscando el oro en el conjunto, en la capacidad potencial que tiene de operadores, de pensadores, de creadores, etcétera, los equipos de China o India son superiores.
¿Hay campos donde China comienza a superar a los Estados Unidos?
Sí. Y después está el elemento cultural. Si buscamos una figura en el tango, para China cien años no es nada. Menos un período presidencial de cuatro o de ocho años, lo puede aguantar. ¿Costos? Sí, obviamente ya se notan. Hay una retracción económica importante, disminuyeron las exportaciones, pero creo que tiene la capacidad de poder superar esquemas temporales de esa naturaleza.
¿Cómo afecta este escenario a América Latina?
China hoy tiene una epidemia en el sector de producción de cerdos. A su vez, en el enfrentamiento con Estados Unidos reduce el ingreso de agroalimentos de americanos. Todo eso genera una oportunidad. Creo que Argentina y Brasil, incluso países más pequeños como Uruguay o Paraguay pueden mejorar un poco su oferta. Pero no deja de ser coyuntural sino se utiliza para generar algo con una base más estable que comience un proceso.
Hacer de la coyuntura actual una inversión.
Claro. El problema es que seguimos viendo el mundo con las vacas y las mieses cuando es un poco más complejo. Un paisito como Nueva Zelanda, por ejemplo, exporta leche a China en cantidades estelares. Tecnología aplicada al desarrollo de pastura, al desarrollo de todo lo que ustedes quieran, mercadeo, etcétera, todo eso es valor agregado y ahí hay mucho para hacer. Quiero salir un poquito del tema agroalimentos. En América Latina, no sólo Argentina, hay algunos países que tienen bases de servicios. Sobre todo en las áreas que son más competitivas. En la práctica estamos ya haciendo cosas con China en ese sentido desde hace varios años, aunque sea a escala pequeña. Pero también está todo lo que es TICs. No estamos en las mismas condiciones, por supuesto, pero hay espacios vacíos que se pueden cubrir.
“Para nosotros el mundo son dos vectores: Europa y Estados Unidos. ¿Y el resto? Hay una brecha brutal de conocimiento. Argentina recién descubre masivamente a China a partir de 2004”
Hay una cuestión, que suele surgir en diferentes foros, también empresarios, que tiene que ver con la asimetría que hay con respecto a China. ¿Son estas asimetrías en efecto tan grandes? ¿Conforman un obstáculo para la relación?
Las asimetrías sin duda existen. El tema es qué hacemos con esto porque este problema no se presenta sólo con China. Argentina ha perdido posiciones significativas en los últimos veinte años. Volví hace poco de Bolivia, un país donde la variación del tipo de cambio ha sido de menos de un peso a lo largo de cinco años, la inflación ronda los dos y pico, se crece al cinco y pico por ciento desde hace más de cinco años. Y es un país que arranca de bases mucho más endebles y difíciles que nosotros. China firmó hace pocos meses con Evo Morales un contrato para explotar litio y los bolivianos consiguieron que se haga la primera planta de baterías en Bolivia. Hay un factor de capacidad de negociación, de cómo saber trabajar las negociaciones. ¿Qué es lo que hace Argentina?
¿Hay errores de enfoque que potencian las asimetrías?
No es un problema con Asia, es un problema con el mundo. Con Asia se potencia por razones que todos conocemos. Pero es por cómo nos manejamos. Y no somos nosotros solos, a otros países de la región también les pasa. Cuando se crea el Mercosur, Argentina y Brasil se ponen de acuerdo con otros países de Europa y se hacen viajes publicitarios. Yo personalmente tuve la oportunidad de estar en Europa, trabajando, y vi cómo actuaban. Fueron y vendieron Mercosur. Pero solo lo presentaron en Bélgica, España, Francia, Italia, un poco en Inglaterra. Básicamente, en los países atlánticos del continente, países productores de los mismos alimentos que nosotros con una capacidad superior a la nuestra. ¿Alguien fue a Polonia? ¿A Hungría?
¿Es una suerte de eurocentrismo?
Falla de visión, de percepción. Es cultural en el sentido de que para nosotros Europa son cinco países. Y el resto es una cosa que está ahí y nada más. La dirigencia no sabe cómo funciona la Unión Europea, qué papel tiene el Parlamento, cómo se vota. Alguien tiene que saber algo de eso en cada país.
¿Ese mismo enfoque explica, quizás, la escasa relación con Asia?
Excepto una sola vez, hace dos años, luego de que China presionara para asistir a la Feria Internacional del Alimento de Shangai, jamás el Mercosur fue en conjunto a Asia. Va el canciller o el presidente de Argentina por un lado, a los tres meses va el uruguayo o el brasileño, y así, cada uno por su lado, como si uno estuviera en Neptuno y el otro en Plutón.
Como si el Mercosur no existiera.
Si queremos hacer ejercicios con un país de la dimensión, en todo sentido, de China, es importante tener cierto grado de concertación. Además cabe recordar que a China, por razones puramente utilitarias, le conviene una Amperica Latina más o menos unida en ciertas cosas. Si miramos el proceso, nunca pudieron negociar nada con América Latina sino con tres o cuatro países.
“Las asimetrías con China sin duda existen. El tema es qué hacemos con esto porque este problema no se presenta sólo con ellos. Argentina ha perdido posiciones significativas en los últimos veinte años”
¿Asia es un todo también o son sus integrantes? Porque en la perspectiva local pareciera que solo existe China.
En las clases cuando empiezo, digo, como si fuera un colegio primario: “China no es Asia, China es el país más importante de Asia, así como Brasil no es América Latina, sino su país más importante”. Esto que es elemental, y uno lo tiene que hacer en broma porque si no parece irrespetuoso, está muy bien, todo el mundo se ríe, pero no entra. Nuestra maestría es la única, no sólo en el país, sino en el Mercosur, que trabaja Asia Pacífico en conjunto. Acá hay estudios muy buenos de China, algunos estudian Japón, otros por ahí estudian Corea, poquitos, alguien con India, como si uno estuviera en un planeta y el otro en otro. Pero no hay concepción de Asia en su conjunto.
¿Qué implica concebir Asia en su conjunto?
Es algo distinto a pensar que todos los países de Asia tiren para el mismo lado. Es una visión global. ¿Cómo van a trabajar China si no saben qué está haciendo India? A mi personalmente, trabajar eso me da muchos resultados positivos. Por ejemplo, aparece la ruta de la seda. ¿Qué pasa? Empieza la competencia. India está muy molesta por el corredor Pakistán-China, ya que Pakistán es su principal oponente, y por la presencia de puestos de aprovisionamiento a través de Myanmar y las Maldivas, en el Índico, el mare nostrum indio. Japón también porque le quita espacio en el mercado. Entonces, ¿qué sale? El corredor de crecimiento África-Asia con Japón y la India. Japón pone la billetera, la India tiene conocimiento de África, contactos y demás.
Una competencia interna.
Lo menciono para que vean todo lo que perdemos. Porque nadie habla de esto, de todos los proyectos que surgieron. El escenario es muchísimo más rico que el que se ve acá. Si pudiéramos tener una visión compleja, las posibilidades de actuar se modifican totalmente.
Dentro de esa visión de sistema interrelacionado, hay algunos analistas que ven a Japón e India como una variante más occidental dentro de Asia. ¿Ve ahí, dentro de Asia, una pata norteamericana que hace agrietar la zona?
Sí, aún en la era Trump los americanos son capaces de hacer ciertas jugadas. Pero también se apoyan. La relación China-India es muchísimo más compleja de lo que parece en la superficie. Hay muchos elementos de cooperación y yo diría que en el último año y medio han habido ciertos avances. Se logró avanzar algo con respecto a la famosa línea no determinada. Han tenido reuniones, del estilo: “bueno, tenemos diferendos, pero acá está Estados Unidos, ¿no queremos un Asia para los asiáticos?”, tomando prestada la famosa frase. Después hay que ver, por supuesto. Pero creo que hay ciertos patrones entre India y China, con las asimetrías del caso. Es cierto que el llamado conflicto del Índico es un invento de los norteamericanos, es un juego geopolítico. Pero también hay avances.
“Pensar Asia en su conjunto es algo distinto a pensar que todos los países de Asia tiren para el mismo lado. Es una visión global. ¿Cómo van a trabajar China si no saben qué está haciendo India?”
Volviendo a la relación entre Argentina y el mundo, habló de una cuestión cultural, de un déficit en la negociación. ¿Es sólo eso o hay otros elementos? Porque por ejemplo, en el caso de Cambiemos hubo una cierta idea, aunque sea programática, de “insertarse en el mundo”.
Sí, en donde siempre nos insertamos. Para nosotros el mundo son dos vectores: Europa y Estados Unidos. ¿Y el resto? Hay una brecha brutal de conocimiento. Argentina recién descubre masivamente a China a partir de 2004.
Con la soja.
Claro. Pero hasta hace quince años Asia no existía, tampoco África, la Europa báltica. En quince años hemos avanzado mucho pero empezamos tan abajo que lleva tiempo. Yo traté de organizar la primera reunión con India en el ámbito del Mercosur. A través de una invitación que tuve de la cancillería de India, estuve con seis universidades y tuve reuniones con los decanos, el departamento de negocios, economía y demás. Y a partir de ahí quise organizar un encuentro, acá, en esta universidad. Pero me faltaban dos mil dólares para completar la cuota de los pasajes. Miren de lo que les hablo. La universidad ponía parte de los pasajes y además ponía los hoteles, ponía todo. Fui de rodillas a Jefatura de Gabinete a decir “señores, les pongo seis cerebros de primer nivel, indios, para que ustedes hagan lo que quieran. Yo voy a hacer esto un día y medio y después le pongo un día y medio a ustedes, los ponen ahí y les preguntan, hagan un seminario, lo que quieran. No lo ha hecho nadie en Mercosur”. Me dijeron: “no, dos mil dólares mejor ahora no. El año que viene”.
¿Esto cuándo fue?
Habrá sido en 2016.
¿Y si hubiera sido Estados Unidos y no India? ¿Cree que la plata habría aparecido?
Supongo que sí.
Hay empresas locales que hacen negocios, y muy fuertemente, con Asia. ¿El sector privado es un actor que puede dinamizar esta relación?
Es probable, pero tendría que fortalecerse mucho más. El sector privado también posee muchos de estos problemas que mencioné: el inmediatismo, la falta de una visión global.
Pensándolo desde la Argentina actual, ¿qué países de Asia habría que observar? ¿Qué cuestiones habría que tener en cuenta?
En primer lugar miraría a los países que ya están y a los que van a venir. ¿Quién va a venir? Indonesia. El 98% de sus empresas son pymes. ¿Les suena? Nosotros tenemos un montón de pymes… Por supuesto tienen que ser entrenadas, formadas. Pero como nadie sabe que el 98% de las empresas de Indonesia son pymes, a nadie se le ocurrió pensar qué podemos hacer con ellos. Por ahí no podemos hacer nada, pero estudiémoslo. Ellos están interesadísimos, además, en hacer negocios porque tienen un desbalance comercial importante. Ahí hay un espacio para trabajar. Sudeste, ni hablar, porque ya es una realidad. Hay mucho por hacer, sobre todo en lo que tiene que ver con cadenas de producción. América Latina está casi afuera de las cadenas de producción. ¿Hay un vientre blando en China? ¿Por dónde podemos entrar? Esas son preguntas que hay que formular.