En poco más de una hora de conversación, Daniel Bilotta menciona varias veces la palabra “big data”. Lo hace porque a esta altura del milenio no existe realpolitik sin la certeza de que detrás de todo éxito electoral está el poder omnipresente de las “nuevas tecnologías” y su capacidad de entender los átomos dispersos de nuestros deseos y temores. Pero debajo de una alusión externa, parece descansar también una caracterización interna, porque Bilotta pertenece a ese subgénero de periodistas que entienden que, no solo la política, sino también sus análisis, sus traducciones al lenguaje mediático, se construyen a partir del procesamiento de un frondoso big data de pasillo y mesa de café. Nombres, confidencias, reuniones, porcentajes, especulaciones saturan el paisaje con el que Bilotta compone sus columnas en Perfil, su programa semanal en Radio con Vos y sus participaciones en la mesa de Carlos Pagni. En uno de esos cafés taciturnos donde la fauna periodística trajina las tardes del off, mientras a unas mesas de distancia dos intendentes bonaerenses dialogan en voz baja y se inquietan por nuestros flashes –como si todo fuera una remake devaluada de El Padrino y ellos el dedo de Emilio Barzini apuntando contra el fotógrafo indiscreto–, nos sentamos con Bilotta a discutir sobre política mientras afuera la resaca cambiaria, las disputas presupuestarias, el escándalo de los aportantes truchos y las candidaturas que los peronistas se tiran entre sí empiezan a asfaltar el vía crucis electoral de 2019.
Si bien falta poco más de un año, ya empiezan a darse los primeros pasos de la campaña presidencial, todo marcado por la incertidumbre económica. ¿Cómo ves este momento político?
Es interesante ver cómo Cambiemos y el peronismo miran los próximos cinco meses. Alguien de Cambiemos te dice: “Componemos la macro y reactivamos”. En el peronismo dicen: “Estos tipos estallan por el aire y nosotros somos gobierno”.
Una crisis donde todos son optimistas.
Claro. Ahora, ¿cuál es el problema del peronismo? El presupuesto, que es donde empiezan a jugarse las candidaturas. Hay cosas que se saben y nadie quiere decir porque están en una negociación. Pero Sergio Massa, por ejemplo, le adelantó a su bloque en una reunión muy dura que va a colaborar con Macri en el tema, todavía no sabemos bajo qué formato. Uno puede sospechar que Pichetto y Urtubey van a hacer lo mismo. El problema es que es tal el grado de fragmentación que no sé si Massa está hoy en condiciones de alinear a su tropa, se le plantó una parte del bloque. El gobierno sabe esto perfectamente y lo saben también los gobernadores peronistas, a quienes les encantaría que Massa fuera una referencia en la provincia.
¿Qué rol juega la crisis en esa parte de la oposición?
Ellos dicen que son una garantía de estabilidad porque han aprendido la lección del 2001. Y creen que la única solución a este problema es una gran licuación de pasivos, con una devaluación mucho mayor. Esa ha sido la política de Lavagna, es lo que cree Pignanelli, Peirano no. Una pregunta para hacerse es: ¿hasta dónde es racional el “peronismo racional”?
¿No lo ves como un espacio “dialoguista”?
Un problema del peronismo es terminar de comprender cuál es su papel en el espacio democrático. No es solamente ganar, a veces también es pagar costos. Con todo respeto por Schiaretti, por Pichetto, están planteando que de un día para el otro la Provincia y la Ciudad paguen todos los subsidios del transporte, y ahí arreglamos todos los problemas de Argentina. Porque Vidal recupera el Fondo del Conurbano y después no va a tener más plata. La gran herencia del peronismo desde 1987 es que en la Provincia muchos de sus 16 millones de habitantes viven sin servicios básicos. Es paradójico que la ley de regularización de las villas arranque por iniciativa de Cambiemos. ¡Y con el kirchnerismo oponiéndose! No termino de entender cómo el peronismo piensa que la sociedad no está al tanto de esto. ¿Cómo va a decir que el costo de esto lo tiene que pagar Macri solamente?
¿Creés que la sociedad le atribuye culpas compartidas a esta crisis?
En los sectores más bajos, a diferencia de lo que sostiene el peronismo, Macri no es mala palabra. Tal vez no esté bien como Vidal, es lógico, no conozco a nadie que se haya hecho querido haciendo ajuste. Le pasó a Cristina también. Pero sí creo que hay esperanza. Cuando tenías la combinación de gobernador e intendente peronista no había ventanilla a donde reclamar si te extorsionaban con el beneficio. Hoy el Estado te hace el DNI en tu barrio, están discutiendo si en el Mercado Central abren una oficina de migraciones. ¿Cambiemos está revolucionando la política? No. Más bien tiene un criterio de administración pública, donde las cosas necesariamente tienen que ser más ágiles. Hoy, por primera vez algunos negocios, como el de los comedores escolares, se han terminado en la política gracias a Vidal, pero también por las coincidencias con los intendentes peronistas.
Suena algo contradictorio con los aportantes falsos de las últimas dos campañas de Cambiemos, hecho que derivó en una investigación por lavado de dinero y otra del fiscal electoral. Vidal había hecho nombrar a la tesorera del PRO como contadora de la Provincia y dos días después le pidió la renuncia y anunció una auditoria de los fondos de campaña.
El PRO quedó prisionero de su promesa de transparencia y le va a costar explicar en la Justicia qué hacían como aportantes beneficiarios de planes sociales. María Fernanda Inza fue separada preventivamente de su cargo pero no es la única responsable. Lo dicho por Vidal demuestra que tiene altura política, pero no excusa el hecho de que deben explicar el proceder, rectificar y encontrar a los responsables.
¿Cómo impactará esto en el PRO?
Como Inza, en su momento Juan José Gómez Centurión fue separado preventivamente del cargo. Ese escándalo se diluyó con el tiempo. Me pregunto si será esta la estrategia que seguirán. También se van a defender asegurando que ningún partido es claro con el tema de los aportes. Ya lo están haciendo, y algo de eso hay: Unidad Ciudadana gastó ochenta millones y no presentó rendición. Pero insisto, esto no quita que el PRO tenga que dar cuenta en la Justicia. También creo que la sociedad tiene otras preocupaciones: más de la mitad de los consultados en la última encuesta de Taquion aseguró que los afecta la suba del costo de vida y de los servicios.
“El PRO quedó prisionero de su promesa de transparencia y le va a costar explicar en la Justicia qué hacían como aportantes beneficiarios de planes sociales”
¿Con sus medidas sociales Cambiemos no busca también disputar un electorado, que siente que por primera vez le puede ganar al peronismo?
¿Pero por qué puede? Yo no coincido con la tesis de alguien que respeto mucho, [el sacerdote Rodrigo] Zarazaga, que cree que se ha roto la solidaridad del peronismo. Lo que cambió en la sociedad es que hoy es peronismo o no peronismo. No es que Cambiemos entienda todos los reclamos. Tiene un modelo de administración que tiene más que ver con la transformación que la sociedad quiere –y que no puedo asegurar que lo quieren todos los dirigentes de Cambiemos. El peronismo se cierra sobre una discusión que tiene que ver con el interés de un grupo dirigente. Después viene lo demás.
¿Cómo ves a Cambiemos tras el estallido de la crisis cambiaria? Porque a simple vista parecen haber surgido dos sectores, los que tienen responsabilidades institucionales, podría decirse, y del otro lado, el “marcospeñismo”, con un horizonte más refundacional, si se quiere.
En principio, hay una coincidencia de todos. Van a negociar con el peronismo “lógico”. Pero la negociación tiene un punto donde ceden todos. Si es lo que cree el gobierno, que el peronismo pedirá sacarle la cartera, el reloj, el anillo y hacer un paga Dios, creo que Macri no va a negociar. En eso también están de acuerdo Vidal y Larreta. La gran distinción con Peña son los gestos para seguir adelante. El gran cambio para mí es que Larreta y Vidal se convierten en interlocutores del peronismo, básicamente porque Monzó y Frigerio negociaban con Macri en nombre de los gobernadores, y a la vez después tenían que negociar con ellos. Y se han producido situaciones paradójicas, como Frigerio proponiéndole a los gobernadores: “¿Por qué no transferimos AySA a la provincia?”. Cuesta entender de qué lado están él y Monzó.
En algún punto, parece haberse reeditado ese viejo clivaje entre Buenos Aires y las provincias. La foto de los intendentes peronistas rechazando el traspaso fue muy sugestiva.
El Fondo del Conurbano les va a dar un porcentaje bastante alto que es coparticipable. Podés tener gestión como intendente porque Vidal te abastece. Y Vidal no es Scioli. Entonces empiezan a ordenarse las cuentas. ¡Cómo no van a estar alineados! Lo peor que les puede pasar es que se queden sin Fondo. Buenos Aires genera casi el 37% de recaudación impositiva y recibe el 18. Con la recomposición, el año que viene va a estar en 23. Pero hay provincias que reciben muchísimo más. Cuando los gobernadores hablan, hablan en abstracto y no cuentan lo que pasa en su distrito. ¿Por qué Schiaretti quiere que los subsidios del transporte vayan a las provincias? Le da bronca tener un boleto de veinte mangos, y lo entiendo. Pero no es culpa de Buenos Aires. Me parece que no es un problema de ver quién tiene razón. Es un problema de muchísima zancadilla en un momento muy delicado de la Argentina. Y creo que eso el peronismo no lo termina de percibir, y lo termina por lastimar electoralmente.
Ese autorrotulado, como decís vos, “peronismo racional”, ¿no ve esto?
Definamos al peronismo racional. Schiaretti es un gobernador sin dudas importante. Pichetto termina su mandato y está peleado con el presidente del PJ de Río Negro. No tiene territorio ni representación real de voto. Massa está a punto de perder Tigre y está peleado con su intendente. Y tiene un bloque muy diminuto. Bossio no pudo ganar en Tandil, ni con todo el aparato del ANSES, es impopular. Si lo pensás, es una situación muy exótica que Bossio y Pichetto te digan cómo te equivocás. El gran pecado del peronismo es no comprender lo que está ocurriendo en el mundo, que son las redes, la forma en que fluye la información. No hay partido político que exista si no es capaz de contener en su seno las opiniones de la sociedad. Por supuesto que la tarea del dirigente es volver propuestas esas opiniones. Pero escucho a Pichetto y está hablando de él y sus amigos. No está hablando de la sociedad. Y ahora encima dicen: “Vamos a hacer un big data”. Y lo ponen a Francisco Echarren. Con todo el respeto que me merece Echarren, a quien no conozco. Pero llegan tarde. El big data de Cambiemos no es como ellos piensan. Son un grupo de cuadros universitarios del radicalismo que tienen segmentada y estudiada a la sociedad bonaerense como no lo tiene nadie. Es rarísimo que el peronismo necesite el big data para pensar a la sociedad que gobernó durante treinta años.
¿Pero esta incapacidad del peronismo lo blinda electoralmente a Cambiemos?
Creo que la principal dificultad que tiene Cambiemos es con sus votantes. A sus votantes les gustaba el kirchnerismo. Les gustaba las tarifas subsidiadas y poder salir todos los fines de semana. El gran problema –que el peronismo no dice, porque le da vergüenza– es que este es un país pobre, y gracias a ellos.
“Cuesta entender de qué lado están Frigerio y Monzó”
¿Creés que Cristina va a ser candidata el año que viene?
Sí, no hay otro candidato que les garantice el voto.
¿O sea que el escenario bonaerense de 2017 se puede nacionalizar en 2019?
Claro. Yo creo que Macri va a ser candidato a presidente y Vidal en la provincia. Y se va a polarizar con Cristina.
¿Macri va a salir indemne de esta crisis económica?
Creo que lo que fracasó fue el intento de hacer un ajuste no tan duro. El mundo dijo: “Hacé el ajuste. Basta de descenso suave”. La pregunta es: ¿los mercados te van a dar una mano después de que hiciste el ajuste? Ese para mí sería el tema mayor. Y ahí está el papel clave del peronismo.
¿Es posible pensar en algún jefe comunal del peronismo postulándose a gobernador en 2019?
En principio, ningún intendente es conocido fuera de su distrito. El que lo es un poco más es Insaurralde, pero ni de lejos tiene el nivel de Randazzo o Massa. ¿Qué creo que está pasando? Hay una relación dialéctica muy fuerte entre Vidal y los intendentes. Vidal ha hecho una administración prolija. Entonces a los intendentes la plata les llega en tiempo y forma. Y además tiene un gran control de poder administrativo. Sabe cuánto gastan y cómo lo gastan. ¿Qué piensa cualquier jefe comunal que supone que quizás esto en cinco meses estalla? Primero, esperar a ver si estalla, porque el dinero le está llegando y eso le permite sostener su administración. ¿El que viene, si hay una crisis, me garantiza eso? Segundo, si veo que Vidal decae mucho, tal vez lo pienso. Pero en este, el peor momento del gobierno, sigue siendo la dirigente que mejor mide. A su vez, los gobernadores peronistas no quieren a ningún intendente de candidato a gobernador. Entonces sería una jugada muy aislada de Buenos Aires. Y por último, no creo que ningún intendente vaya a ser candidato a gobernador, a menos que sea para perder, que es lo que quiere Espinoza con Magario, que se la quiere sacar de encima. Quizás a Insaurralde le gustaría ser candidato a gobernador. Lleva bastante bien la gestión, en momentos de muy pocos recursos. Puede aspirar a un mandato más como intendente. Pero si vos me preguntás, me parece más difícil ganarle a Vidal en 2019 que ganarle a alguien más de Cambiemos en 2023.
En una nota sostuviste la hipótesis de que Cambiemos, con excepción de Lomas y Matanza, va por todos los municipios vecinos de la Capital (San Martín, Avellaneda, Hurlingham, Ituzaingó). El elemento interviniente ahí sería la obra pública. ¿Creés que se va a pintar de amarillo el conurbano? ¿La crisis va a afectar esa estrategia?
Creo que la obra pública va a seguir. Porque le tienen que encontrar la vuelta. Creo que lo más seguro es que recurran a la PPP, pero no van a parar la obra pública. Hoy una obra en Tres de Febrero, que linda con San Martín, le mejora la imagen al candidato de Cambiemos de San Martín. Está medido por el big data de ellos. Le mejora entre seis y diez puntos. También hay geografías donde Cambiemos naturalmente tiene más simpatías. Todo el corredor norte, por historia, está asociado a la Capital. Del corredor sur, Avellaneda y Lanús, y en algún momento se va a sumar Lomas. Esto no tiene que ver con Insaurralde, sino con una extensión de un modelo de vida. En Avellaneda, Ferraresi no quiere el Metrobús. Pero está haciendo gestiones desesperadas para que le lleven el SAME. La idea es tener un sistema interconectado y que todas las ambulancias estén a disposición de cualquier emergencia. ¿El peronismo es el socio para esas obras estructurales del Estado? Esta es la pregunta del millón.
No lo ves hoy como un socio posible.
La percepción que tengo es que al peronismo le cuesta asociarse a los que menos tienen. Y esa no es la manera de verse como poder democrático. Yo recomendaría a todos los intendentes –y con mucha amabilidad, también a Pichetto y a Schiaretti– releer al último Perón, al que vino a buscar un socio estratégico para cambiar la Argentina. Porque me parece que estamos asistiendo con Cristina, pero también con el peronismo de apariencia racional, al pre-peronismo del ‘45. El peronismo tiene enormes dificultades para mirar el mundo y además merece sincerarse con la sociedad. Necesita, sobre todo, ser confiable. Pero no para Cambiemos o para los empresarios. De hecho, no hay fuerza más confiable que el peronismo. El “círculo rojo” estaba con Scioli, no con Macri.
“El peronismo merece sincerarse con la sociedad. Necesita, sobre todo, ser confiable. Pero no para Cambiemos o para los empresarios. De hecho, no hay fuerza más confiable que el peronismo. El “círculo rojo” estaba con Scioli, no con Macri”
Un problema del peronismo fue que el conurbano fue predominando en su horizonte de sentido. ¿Le puede suceder lo mismo al macrismo?
Depende de los recursos que tenga el macrismo para hacer. Si en algún momento se acaban las obras de cloacas, de aguas y de gas, el conurbano va a estar integrado al país.
Hoy, sin embargo, es un lugar donde la crisis económica está pegando con especial fuerza. Intendentes macristas apelan a la quita de tasas para las PyMEs, algunos del peronismo comienzan a acopiar alimentos. Movimientos sociales aseguran que la demanda de los comedores creció, y en algunos puntos volvió el trueque. ¿Creés que puede haber conflictividad social a fin de año?
Tengo el recuerdo de que a fines de 2015 y 2016 amagaron mucho con eso, y finalmente no pasó. Creo que hoy no, porque la verdad es que –esperemos que la realidad no me desmienta– la ayuda llega adonde debe. Otra cosa podría ser que sea insuficiente. Pero más allá de eso no veo al peronismo, a los intendentes bonaerenses apostando a eso, porque el conflicto también les pega a ellos. En todo caso, lo que van a hacer es coordinar medidas, que creo que es algo que ya están haciendo. Pero no veo un clima de conflictividad. Si veo una gran indiferencia y una gran apatía.
Hace un mes, con Pagni, diste tu pronóstico para el año que viene. ¿Por qué creés que Cambiemos gana en primera vuelta?
Primero, creo que es la única posibilidad. Si hay ballotage va a haber un acuerdo entre los peronistas. Si dicen lo contrario, mienten. Podría equivocarme, porque falta mucho. Venimos de un ajuste tarifario, terminamos en una corrida. Pronosticar acá es difícil. Pero para mí gana en primera vuelta, porque cuando mirás las encuestas vuelven a estar divididas en tercios. Hay un núcleo duro de Cristina, que además es muy proporcional a su voto. Treinta puntos mide de imagen, treinta puntos tiene de votos. Eso lo tiene seguro. Podrá ser un poco más, algo menos. Y Macri, en éste que es un muy mal momento, una encuesta de D’Alessio le da entre 41 y 44 puntos. Y hay una franja del medio, como en el 2017, también un 30% que votaría si apareciera una alternativa nueva. Creo que el peronismo de apariencia racional quiere convertirse en esa alternativa nueva. Pero veo muy difícil que eso ocurra. Porque van a tener que explicar qué hacía Urtubey en el kirchnerismo, qué hacía Pichetto, qué hacía Massa. Schiaretti quiere ser gobernador. Tiene menos necesidad de explicar qué pasó con él en el kirchnerismo. Y lo ayuda además toda esta pátina rebelde con el tema del campo –recuerden la 125– en que él se opuso con fervor.
¿Y De la Sota?
El problema con De la Sota, como con Alperovich en Tucumán, es que tanto Manzur como Schiaretti quieren terminar con esa sombra. Quieren consolidarse como un jefe indiscutido del PJ. En eso De la Sota o Alperovich son muy incómodos para los gobernadores. Y eso genera que los quieran tener muy lejos.
¿Y Tinelli?
Tinelli tiene una cosa muy distinta a Macri. Primero, Macri tiene una historia muy larga como un empresario que producía bienes de consumo, no contenidos para televisión. Lo segundo es que Macri pasó por Boca Juniors, con un acuerdo importantísimo que hicieron en aquel momento con el Grupo Clarín, Torneos y Competencias, para generar un negocio global. Hasta 2005, la camiseta de Boca fue el regalo más vendido para el Día del Padre. Macri arrancó en el ‘96. Ustedes saben además que Boca, como experiencia de marketing global, fue estudiada como unidad de negocios en muchas universidades del mundo. Y después armó una fundación para juntar materia gris.
Y estuvo ocho años en la Ciudad.
Tinelli no tiene experiencia como gobierno. Aparece asociado a Cristóbal López, le va a costar explicar cómo. Y además no tiene estructura propia. Le pregunté a dirigentes del peronismo federal por Tinelli y me dijeron: “Si se quiere presentar, que venga. Tenemos fiscales. Tenemos estructura”. Con lo cual, si Tinelli arrancara mañana de candidato, va a ser víctima en las redes. Más que Macri, por lejos. Lo que puede tener es cierto encanto como conductor, pero no creo que eso alcance en la Argentina hoy.