En defensa del sindicalismo argentino

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Damián Descalzo es abogado y magíster en Derecho del Trabajo y Relaciones Laborales Internacionales (UNTREF). Su reciente libro Haciendo justicia juntos (Ediciones Fabro) es una reivindicación del modelo sindical argentino. Convencido y provocador, Descalzo enfatiza, lejos de la nostalgia, la vigencia de este legado peronista frente a un presente atiborrado de incertidumbre, tanto por la tormenta cambiemita como por la irrupción del precariado y el capitalismo de plataformas.

 

Durante el kirchnerismo hubo un proceso de revitalización del sindicalismo. ¿Se debió más al modelo económico o a cuestiones estrictamente políticas?

Analizo las cuestiones por su aspecto político más que por el económico. No todo lo recuperado tuvo que ver directamente con lo industrial. Es indudable que la revitalización tuvo que ver con una recuperación muy leve del aparato productivo, pero hubieron también otros sectores que se recuperaron: servicios, ampliación de las plantas estatales. Desde el punto de vista político se dio la unidad del movimiento obrero. Esto sólo sucedió con Perón de presidente y con Kirchner. Ese es el dato más importante porque la regla es que el movimiento obrero esté dividido.

 

¿Por qué el peronismo y el primer gobierno de Kirchner son la excepción?

Kirchner recupera un liderazgo que no se da usualmente en el sindicalismo. Lo tuvo Perón, obviamente, pero Menem, por ejemplo, no lo logra. Gana muchas elecciones pero nunca logra generar una hegemonía tal, ni en el peronismo ni en el sindicalismo. Tampoco es que Kirchner logra una hegemonía total. En 2005, el menemismo residual sigue en contra de él y el duhaldismo lo enfrenta. Pero dentro del sindicalismo, la figura de Moyano –apoyada por Kirchner– logra una hegemonía. Después siempre va a haber alguno que esté en contra, por supuesto. No hablo de unanimidad, sino de hegemonía.

 

Eso en 2008 comienza a resquebrajarse.

Hay una ruptura del sector de Barrionuevo. Menor, marginal. Después en 2010 hay más ruptura y la muerte de Kirchner lo agudiza, porque los sectores sindicales no ven en Cristina el liderazgo que veían en Néstor. Y ni hablar de la campaña de 2011. Las rispideces, los cierres de lista… Todo eso termina en la ruptura del sector de Moyano con el gobierno de Cristina.

 

Tras el triunfo de Cambiemos hubo un intento de unificación de la CGT. ¿Cómo ves ese proceso hoy?

Muchas veces el sindicalismo se ubica como el principal sector opositor a los gobiernos antiperonistas que intentan romper el modelo sindical o atacar derechos de los trabajadores, independientemente de la política que haga el peronismo. En la década del 80, el liderazgo de Ubaldini fue acompañado de cierto apoyo, primero de la ortodoxia y después de la Renovación. Pero a partir de 2016 lo que se ve es una reacción del sector obrero que no tiene correlato en el Partido Justicialista. Todavía existe un gran divorcio entre el sector obrero y la conducción política del peronismo.

 

¿Eso tiene que ver con lo que algunos llaman un proceso de desalarización? Esta idea del fin de la sociedad salarial y de cambios en el mundo del trabajo que impactan sobre el modelo sindical.

Es indudable que hay cambios y es indudable que repercuten. Pero si creyésemos en términos absolutos que eso es así, tendría que haber una pérdida del poderío sindical. Y eso no se ve. Ni el peronismo como partido político, ni los sectores por fuera del trabajo hicieron las marchas más grandes contra Macri. Todas las realizó la CGT.

 

Los movimientos sociales ganan más relevancia dentro del entramado laboral. ¿Eso plantea cuestiones sobre el modelo sindical argentino?

El modelo sindical sigue demostrando su fortaleza. Puede pasar que tenga un alcance menor, por la base, la cantidad de afiliados. Pero el movimiento obrero organizado es el sector más dinámico dentro del mundo del trabajo y de la política argentina hoy. Fue el gran freno al macrismo. Políticamente, el sector de los excluidos tiene mucha menos relevancia y la va a tener sólo si logra unificarse con el sector sindical. Hay una conciencia de ello y en el sindicalismo prima a su vez la idea de representar a esos otros sectores. Hay muchos vasos comunicantes. En eso es fundamental el papel de la Iglesia como puente.

“El movimiento obrero organizado es el sector más dinámico dentro del mundo del trabajo y de la política argentina”

¿Esta confluencia tiene que ver con cierto reconocimiento de que el sindicalismo representa a su sector pero no a ese conjunto denominado “pueblo”, cada vez más heterogéneo?

Esa es una discusión. Creo que el sindicalismo que plantea Moyano intenta recuperar la mirada amplia, donde el sindicalismo es mucho más que la mera representación de los trabajadores de su sindicato. Mi libro se llama Haciendo justicia juntos y hace referencia a un discurso de Francisco en el que les dice a los sindicalistas que tienen que cuidarse de algunas tentaciones como el individualismo colectivista, esta idea de sólo defender a su sector. El Papa les recuerda el origen etimológico de la palabra sindicato, “hacer justicia juntos”, y les dice “hagan justicia juntos con los marginados”

 

En el libro mencionás también la idea de igualar hacia abajo.

Soy muy crítico de la idea de que, en nombre de la inclusión, los trabajadores sean excluidos.

 

¿Es idealizar la representación de la precarización?

La precarización tiene que ser pasajera, si no es un fracaso rotundo. Es como en los 90 con los comedores escolares: una situación anómala que hay que combatir. Lo mismo con los trabajadores excluidos. No hay que enamorarse. Por eso no quiero que haya sindicatos de excluidos. Quiero que no haya excluidos.

 

¿Que estén separadas las organizaciones que representan a estos sectores es un problema?

Es trágico que estén y que voten separados. Es la grieta social dentro del peronismo que algunos ven como algo dado: “votan distinto porque uno gana 40 mil pesos por mes y el otro 8 mil”. La realidad es que nunca en Argentina todos los trabajadores ganaron lo mismo. Si uno estudia los salarios de la década del 50 verá que también había un montón de diferencias, y sin embargo estaban en el mismo proyecto político policlasista. En Argentina todos los movimientos políticos tienen diferentes sectores sociales.

 

¿Cuál es el horizonte del sindicalismo hoy? ¿Volver a un tipo de representación policlasista, como el peronismo industrialista de los 50?

Seguramente habrá que buscar otras formas, pero no implica dar por muertas a las posturas industrialistas. Sigue habiendo trabajadores y hay que darle representatividad a esos sectores. Por ejemplo, el último sindicato creado, el de plataformas…

 

Asociación de Personal de Plataformas (APP).

Hacer pedidos por celular es algo absolutamente nuevo, impensado en 1950. Podés decir: “Son trabajadores aislados. Cada uno hace su trabajo”. Los obligan a llevar sus propios instrumentos, a pagarse la caja. Aun en esa aparente atomización total, si lo organizás, claramente es un sindicato. Agarrás a los 4 mil pibes que reparten y les decís: “Vamos a ponernos de acuerdo en que la moto o la bicicleta la ponga el empleador”. El sindicalismo va a tener razón de ser mientras haya trabajadores que tengan intereses comunes.

 

Este nuevo sindicato, APP, tiene un conflicto con el sindicato de Motoqueros y Mensajeros. Escribiste en tu libro que la Argentina no necesita más sindicatos, sino mejores. ¿Se justifica en ciertos casos que se superpongan sindicatos?

La discusión sobre cómo hacer sindicatos lo más grandes posibles se dio en los orígenes del modelo sindical y recorrió toda su historia. Podés tomar lo más chico, que es tener sindicato por empresa, un sindicato en Rappi, otro en Glovo, y así, o puedo tener un sindicato por actividad. Soy partidario de un sindicato lo más grande posible, por actividad. Por ende, estaría de acuerdo en que sí haya un solo sindicato, si podemos homologar acciones comunes entre los que hacen mensajería y los que reparten hamburguesas. Porque en vez de tener 4 mil tipos que reparten en Rappi y Glovo, tal vez tenés 20 mil. Y un sindicato de 20 mil siempre es más fuerte que uno de 4. A eso me refiero cuando digo que no quiero una proliferación de sindicatos.

 

¿El modelo de plataformas no justificaría tal vez en sus formas, en la dinámica misma, el sindicato? ¿No sería una actividad distinta por la dinámica que tiene?

No. Creo que buscar la división siempre es un peligro. La unidad es lo que da fuerza. Obviamente después tenés que ir y sentarte. Son dos sindicatos relativamente nuevos y van a surgir un montón de disputas. Las tenemos entre dos sindicatos de muchos años, y grandes, como son Empleados de Comercio y Camioneros. Durante la década pasada hemos tenido centenares de problemas de encuadramiento.

“El sindicalismo va a tener razón de ser mientras haya trabajadores que tengan intereses comunes”

En el ámbito estatal hay un problema con esto de la pluralidad sindical versus la unidad promocionada. Hay dos sindicatos pero uno solo negocia paritarias, y por eso tiene mayor representación. ¿Dónde está la democracia?

Es válido lo que decís. Pero en la actividad estatal no impera el modelo sindical de unidad promocionada porque se permite que haya coexistencia en la negociación. Es decir, hay lugares donde la paritaria la negocian UPCN, ATE y hay lugares donde también negocia un sindicato de trabajadores municipales. La idea es que haya representatividad. Si un sindicato es auténticamente representativo, tendrá mayor cantidad de afiliados. Si ese sindicato negocia mal, va a haber muchos incentivos para afiliarse al otro sindicato. Vos podés decirme: “es la profecía autocumplida”. Yo te puedo decir: “es un sistema que sin ser perfecto, funciona en base a que se dé efectivamente la representatividad”. Hay ejemplos de sindicatos que perdieron. Camioneros no pierde la federación porque se considera que es altamente representativo.

 

En el libro hablas de la desindicalización partidaria del peronismo. Ana Natalucci se refiere a lo mismo en un texto, y agrega que durante el kirchnerismo se revitalizó el sindicalismo como actor económico, por un lado. Pero, por el otro, hubo límites a la hora de ser repuesto como actor político. ¿Cómo está eso? En las últimas elecciones solamente tres miembros del movimiento obrero fueron electos diputados, por Unidad Ciudadana.

Hubo tres en la provincia de Buenos Aires. Con respecto a la tesis de desindicalización, por ejemplo está el trabajo de la transformación del partido obrero de Levitsky. Él compara el peronismo histórico con el del 73 y el del 83, que era un sindicalismo sobrerrepresentado. En el peronismo del 83, el peso de la Unión Obrera Metalúrgica era enorme. Eso es lo que se atacó con la Renovación en el 85.

 

El traje por sobre la campera, la ortodoxia y los mariscales de la derrota.

Hay que encontrar un equilibrio. El kirchnerismo logró una recuperación de los sindicatos: creció la masa de afiliados y volvieron a tener importancia en política, pero eso no se vio en las listas. ¿Es esa la única variable? ¿Cuántos diputados había en el 83, 85, 87?. Te va a dar que en el menemismo había más diputados sindicalistas que ahora. Luego decís: “en 2017 hubo tres sindicalistas en los diez primeros lugares. Volvimos al 33%”. Y no. Creo que lo más interesante para ver es la participación en las políticas públicas. Esa es una de las características del modelo sindical argentino. En el primer decreto de asociaciones sindicales del peronismo se dice que las asociaciones de trabajadores deben participar del asesoramiento de las políticas públicas. Eso sigue vigente.

“¿Cuántos diputados había en el 83, 85, 87?. Te va a dar que en el menemismo había más diputados sindicalistas que ahora. Creo que lo más interesante para ver es la participación en las políticas públicas”

¿El indicador para medir la importancia política del movimiento obrero sería la participación en la toma de decisiones más que la presencia en las listas?

Mucho más. Se ha hecho una obsesión con ese tema y para mí es un indicador que dice poco. Además existen prejuicios sobre el sector sindical que crearon una corriente de opinión decididamente antisindical. Se apuntó contra la “aristocracia obrera” cuando fue una idea fundante del kirchnerismo recuperar la movilidad social ascendente. Si antes se militó el antiparo, ahora se putea porque antes eran gladiadores y ahora son unos tibios con Macri. Todas esas ideas desconocen cómo el movimiento obrero negocia. Como ven al movimiento obrero como algo tan lejano, no entienden ninguna de sus lógicas.

 

Respecto a cómo el movimiento obrero negocia, ¿qué pasa con las medidas anunciadas para esta semana?

Sobre el 1° de mayo, creo que no se entendió. Hay 40 gremios de transporte que tienen obligación legal de trabajar los feriados. Esos gremios no pueden hacer huelga porque tienen que cumplir con servicios públicos esenciales. Dijeron que van a hacer paro todos los feriados, no sólo el 1° de mayo. Es una medida dura pero lo toman en joda. Creo que tiene que ver con los prejuicios antisindicales de los que hablaba antes.

 

Pero si no voy a trabajar el 1° de mayo, no veo el paro. Para el gobierno es mucho menos dañino eso que un paro en un día hábil.

Creo que la medida va a impactar. Después se sumarán los de la Corriente [Federal], del gremio de Moyano, las dos CTA, a la medida del 30 de abril. Yo no desmerezco la acción del 1° de mayo y de todos los feriados sucesivos. También falta gente que participe del discurso. El sindicalismo tiene mala prensa por derecha y por izquierda, no tiene abogados defensores, no tiene gente en los medios que defienda la lógica.

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Last modified: 1 julio, 2020

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2 Respuestas a :
En defensa del sindicalismo argentino

  1. carlosk dice:

    Para leer con atención. Hay “opositores” con presencia exclusiva en las redes sociales que intentan enseñarle al movimiento obrero

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